Tuesday 3 May, 2011

Kon-Tiki

La expedici�n de la Kon-Tiki (1947):
Proyecto del etn�logo noruego Thor Heyerdahl para demostrar la posibilidad de viajes prehist�ricos desde Sudam�rica con t�cnicas navales poco desarrolladas. Durante sus trabajos en la Polinesia hab�a encontrado muchas similitudes en distintos aspectos de culturas separadas por el Pac�fico. Llam� a la embarcaci�n Kon-Tiki mezclando dos tradiciones: la de Con-Ticci-Viracocha, representante del Sol en la Tierra seg�n la leyenda de los ind�genas del lago Titicaca, y la historia de Tiki, nombre que la mitolog�a polinesia daba al hijo del Sol. La vela llevaba pintada la cabeza del rey-sol seg�n el modelo que se conserva en las ruinas de la ciudad de Tiahuanaco. Su teor�a de la migraci�n no qued� demostrada pero si prob� las sorprendentes cualidades de las embarcaciones prehist�ricas. El curso estable del viento y las corrientes fue el factor determinante para las grandes traves�as. Debido a la rotaci�n del planeta, los vientos alisios y la corriente ecuatorial han mantenido su comportamiento constante desde que el hombre existe. Las teor�as de Heyerdahl ganaron adeptos tras las expediciones de las Gal�pagos (1953) y la isla de Pascua (1955-1956). Son muchas las coincidencias entre la cultura de las islas polinesias y la precolombina. Tanto en Polinesia como en Egipto como en la isla de Pascua, el Sol se llama "Ra". En la isla de Pascua se ha encontrado ca�a de totora. En 1970 la embarcaci�n Ra II complet� en 57 d�as los 5700 km entre Safi, Marruecos y las Barbados.
Kon-Tiki La Balsa:
La rudimentaria embarcaci�n estaba formada por nueve troncos de la selva de Quevedo en Ecuador. Se internaron en la selva y escogieron in situ 12 �rboles cuyos troncos descendieron por el r�o Palenque. La balsa fue construida en dependencias de la Marina Peruana siguiendo la descripci�n de textos espa�oles. Ten�a una vela cuadrada con la figura de una escultura polinesia dibujada. Si la balsa viraba demasiado de costado al viento la vela se volv�a y la embarcaci�n giraba completamente avanzando con la popa por delante. La espadilla med�a 6 metros de largo. La madera de balsa result� una excelente elecci�n. No absorbi� agua en exceso debido a las resinas que guardaba en su interior. No se utiliz� ning�n alambre para la sujeci�n de los maderos sino cuerdas que acabaron penetrando en la madera de balsa, con lo que no se produjeron roturas por rozamiento. El agua que entraba por la borda desaparec�a con gran rapidez entre las uniones de los troncos.
Acompa�aban a Heyerdahl Knut Haugland, Torstein Raaby, Herman Watzing, Erik y Berg Danielsson. El 28 de abril de 1947, tras el remolcador Guardi�n R�os salieron de la bah�a de Callao entrando en la corriente de Humboldt que trae masas de agua fr�a del Ant�rtico y se desv�a al Oeste al sur de la l�nea ecuatorial. Adem�s de los 6 tripulantes a bordo viajaba un loro verde buen marinero cuya lengua nativa era el espa�ol y el sociable cangrejo "Joannes" que hac�a compa��a al hombre de guardia en la espadilla. Comieron muchos peces voladores fritos recogidos en cubierta y pescaron multitud de dorados y tiburones.
Atravesando cuatro mil millas marinas (6.437 km) del Pac�fico desde Per� a la Polinesia, lleg� a una isla deshabitada tras 101 d�as de navegaci�n. La noche del 30 de julio vieron y oyeron muchas aves marinas. Tres d�as despu�s de divisar tierra por primera vez, se dieron cuenta de que se dirig�an hacia los arrecifes de Takume y Raroia. La corriente arrastr� a la balsa hasta la pen�ltima de un grupo de islas de dif�cil acceso por causa de los arrecifes. Cuando el transmisor accionado por un generador manual fue perdiendo humedad, un radioaficionado de Colorado capt� su mensaje CQ que inicialmente tom� como una broma. Los 127 habitantes de la vecina isla de Raroia acogieron entra�ablemente a la tripulaci�n con quienes intercambiaron antiguas historias y leyendas de la Polinesia. La tripulaci�n y la balsa fueron trasladados a Tahit� a bordo de la goleta Tamara.
Naufragio: Thor Heyerdahl, con un estilo claro y vivaz relata el naufragio en el arrecife de Fenua Kon-Tiki que consigui� atravesar sin bajas personales:
    Aquellas horas fueron de terrible ansiedad, durante las cuales �bamos avanzando paso a paso, de costado, contra los arrecifes... Levantamos la cubierta de bamb� y cortamos con nuestros machetes los cabos que sosten�an las orzas de deriva. Fue faena dif�cil extraer los tablones, pues estaban cubiertos de una espesa capa de lapas. Con las orzas retiradas, la balsa no ten�a m�s calado que el ancho de los troncos sumergidos y, por consiguiente, ser�amos m�s f�cilmente levantados sobre los arrecifes. Sin las orzas y con la vela arriada, qued� la balsa de costado y a merced completa de las olas y el viento... Las olas reventaban atronadoramente, lanzando espuma en el aire, y el mar se levantaba y bajaba con gran furia... Nadie estaba a popa, pues era all� donde se iba a recibir el primer choque. Tampoco eran seguros los dos estays que ven�an desde la parte alta del m�stil hasta la popa, porque si el palo ca�a, podr�an quedarse colgando fuera de la balsa sobre el arrecife.
    Cuando nos dimos cuenta de que las olas ya hab�an hecho presa de la balsa, cortamos el cabo del ancla y nos quedamos libres. Una ola se levant� debajo de nosotros y sentimos que la Kon-Tiki era lanzada al aire. Hab�a llegado el momento supremo; corr�amos sobre el lomo de la ola a una velocidad tremenda; nuestra desvencijada balsa cruj�a y gem�a, retemblando bajo nuestros pies.
    Una nueva ola creci� alt�sima detr�s de nosotros, como una centelleante pared de vidrio verdoso; en el momento en que nos hund�amos, vino enrosc�ndose como una garra gigantesca y en el mismo segundo en que la vi, inmensamente alta sobre m�, sent� un choque violento y qued� sumergido entre torrentes de agua. Sent� la succi�n en todo mi ser con una fuerza tan inmensa, que tuve que poner todos mis m�sculos a su m�xima tensi�n y decirme a m� mismo: "�Ag�rrate! �Ag�rrate!" Yo creo que en semejantes situaciones de desesperaci�n, cuando el resultado es tan evidente, pueden ser arrancados los brazos antes que el cerebro consienta en desasirse. Entonces sent� que toda la monta�a de agua iba pasando y aflojando de mi cuerpo su garra endemoniada... En un segundo todo el infierno estaba otra vez sobre nosotros y la Kon-Tiki desaparec�a completamente bajo las masas de agua... La embarcaci�n que hab�amos conocido durante semanas y meses en el mar, ya no era la misma. En unos cuantos segundos, aquel agradable mundo nuestro se hab�a convertido en los despojos de un naufragio.
La balsa choc� y fue succionada una y otra vez hasta que consigui� colocarse sobre el arrecife que encerraba la laguna interior de la isla. Procedieron r�pidamente al salvamento de la carga antes de aparecieran las inciertas corrientes de la marea. El m�stil con toda su jarcia qued� inclinado sobre el arrecife y la espadilla hecha astillas.
    "El arrecife se extend�a como la muralla de una fortaleza sumergida ... La Kon-Tiki quedaba all� lejos sobre el arrecife, rodeada de la espuma del mar. Era un despojo, pero un despojo honorable".(Thor Heyerdahl)
Hans Disselhoff sobre viajes precedentes:
Una de las objeciones principales contra la comunicaci�n entre Am�rica y la Polinesia y Asia es el poco desarrollo marinero de los indios (perfectamente demostrable). Este hecho sigue siendo absolutamente cierto, a pesar de la audaz traves�a en balsa de Heyerdhal y sus compa�eros. Su embarcaci�n fue construida imitando a las balsas conocidas desde los d�as de la conquista, pero estaba equipada con aparatos de radio y otros elementos de comfort moderno. Alexander von Humboldt todav�a vio en las costas del ecuador esta clase de balsas de madera ligera con vela sencilla y toldilla de ca�a de bamb�. No cabe duda de que son embarcaciones muy marineras, pero se empleaban �nicamente para el cabotaje, y s�lo en un pasaje de las tradiciones de los incas se habla de un viaje en balsa algo importante realizado por el inca Tupac Yupanqui. Las islas que se dice que visit� no han sido identificadas nunca con seguridad. Heyerdhal y sus valientes compa�eros de viaje tuvieron la suerte de llegar a una lejana isla del mar del Sur, gracias a una corriente marina favorable. El viaje de regreso en aquella misma embarcaci�n jam�s hubiera sido posible, ni siquiera suponiendo que la balsa no se hubiera estrellado antes, como, en efecto, sucedi�. Si se quiere investigar las referencias que Heyerdhal hace a antiguas fuentes, se buscar� en vano.
[...] En realidad los grandes marineros eran los polinesios y no los indios y todas las corrientes de cultura se desplazaron de Occidente a Oriente. El parecido entre las esculturas de Tiahuanaco y las de la isla de Pascua, que Heyerdhal esgrime como armas de combate, s�lo consiste en que en ambos casos se trata de monumentos monol�ticos colosales. Toda comparaci�n medianamente rigurosa en cuanto al estilo fracasa. Adem�s, el mundo especializado no duda hoy ni un momento de que la isla de Pascua fue colonizada por polinesios procedentes de Occidente. 




FROM :Fede
http://www.mgar.net/exp/kontiki.htm

Monday 2 May, 2011

Botas Picudas!



Gracias a Veronica - cuanto te extraNo mujer!-

cuento Zen

Durante un paseo por un paisaje nevado el discípulo pregunta al maestro: “Maestro, los tejados están blancos, ¿cuándo dejarán de estarlo?” El maestro tarda en contestar. Se concentra y al fin le dice con voz áspera: “¡Cuando los tejados están blancos, están blancos; cuando no están blancos, no están blancos!”

“Lo importante es aceptarse uno mismo. Si mi condición presente me produce malestar es señal de que la rechazo. Entonces, más o menos conscientemente, trato de ser distinto del que soy, en definitiva, no soy yo. Si, por el contrario, acepto plenamente mi estado de este momento, estoy en paz. No me lamento por creer que debería ser más santo, más bello, más puro de lo que soy aquí y ahora. Cuando soy blanco, soy blanco, cuando soy oscuro, soy oscuro, y punto. Ello no impide que trabaje en mí, que trate de ser un instrumento mejor; esta aceptación de uno mismo no limita las aspiraciones, sino que las sustenta. Porque sólo puedo avanzar a partir lo que soy realmente”

Alejandro Jodorowsky